Salmo 22

«El señor es mi pastor nada me puede faltar».

Hace no mucho asistí a un funeral. Demasiada tristeza. Cada vez soporto menos los funerales. En realidad creo que nunca los he soportado. Está bien acompañar a seres a los que aprecias y quieres en estos en estos momentos de duelo y de tanto dolor. Si por lo menos sirviera para aliviar el peso de tanta carga… Es en este punto donde comienza el verdadero calvario para los que sienten cercana la pérdida. Un calvario que no acaba nunca. Nunca acabas de extrañar. Nunca te recuperas del todo. Todo cambia a partir de ese momento. Pierdes todo rastro de inocencia si aún te quedaba algo. Ya nada vuelve a ser igual. Parte de ti muere para siempre por dentro.

Y yo me pregunto ¿como se puede empezar un funeral cantando «El señor es mi pastor nada me puede faltar»cuando realmente ya te falta, ya has perdido parte de ti, parte de todo?.

¿Y qué pasa con el sufrimiento?

El sufrimiento del enfermo, el calvario hasta llegar a la muerte, el sufrimiento de los que quedamos esperando nuestra agonía … ¿Donde está «El Señor» en todos estos momentos?

Yo ya no se que pensar. Quizá realmente no haya nada que pensar. Quizá realmente no haya nada.

Soñador

Y dicen que soy un soñador…

Soñar es volar.
Soñar es disfrutar de las pequeñas cosas como si fueran grandes.
Soñar es darle la vuelta al mundo con la mente y ser más feliz.
Soñar es levantarse cada mañana y ser el puto amo.
Soñar es vivir cada momento como si fuera único.
Soñar es futuro, sin importar el pasado.
Soñar es amor a uno mismo y a los que le rodean.
Soñar es imaginar, construir y crear.
Soñar es esperanza y libertad.
Soñar es ser fiel a ti mismo sin importar lo que piensen los demás.
Soñar es poder hacer lo que quieras con solo pensarlo.

Pues si, soy un soñador. Estoy vivo.